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miércoles, 25 de diciembre de 2024

LA GRUTA DE LA SALVACIÓN: EL NACIMIENTO DE JESÚS


“Los orígenes paganos de la Navidad son un mito sin fundamento histórico”
William J. Tighe (Doctor y profesor emérito de Historia)

“Vayan al Niño envuelto en pañales, que está en el pesebre, y búsquenle para que los libere de todos los males que les acosan, porque este Niño es Cristo, el Salvador del mundo”.
San Teófanes el Recluso

“Más fácil es apagar el sol que destruir la Iglesia Católica”
San Juan Crisóstomo

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Podemos desprender varios periodos (o tres grandes fases que no desarrollaremos tal cual en el escrito) de la historia cristiana, del inicio al final, igual como sucede con las Iglesias que se mencionan en el libro de Apocalipsis, desde Éfeso hasta la llegada de Laodicea, conforme, a la voluntad de lo que indique la Santísima Trinidad y sus designios, frente a esto podemos acoger una primera etapa que podemos llamar el antes de Jesús (es decir que deviene con el Emmanuel) del cual representa la fiesta de sus promesas hacia la acogida de Dios en y para la humanidad, de aquí que el adviento sea la preparación para su encarnación, terreno que fue trabajado progresivamente por los patriarcas, comenzando con Abraham (con la visitación de los tres ángeles, que más adelante sería representado como la trinidad cristiana) cuyo último personaje importante fue San José, Rey del Silencio, padre Paternal (y legal) del mesías, quien muere después del nacimiento y antes del inicio de su ministerio (bautismo).

El nacimiento hasta antes de su bautismo se presenta en el Río Jordán, con quién se determinaría como el último de los profetas, San Juan Bautista, su primo (protomártir) cuya trabajo seguirán los apóstoles, discípulos (y sus sucesores), por tanto su ministerio público, que comienza a partir de su sumersión hasta el huerto de los olivos y traición de Judas (deja aquí instituido los sacramentos, entre ellos, la eucaristía, conocida como la última cena), esto, para darle trámite a la siguiente etapa, que sería fin en sí mismo de su plan salvífico, con la llamada pasión, ex ante, deja explayada como maestro, sacerdote, hijo del hombre, hermano, amigo, etc (u otros títulos), la formación y enseñanza necesaria para dejar en la predicación, testimonio celebración, etc, el que abarcaría a través de la Santa Tradición, que se consolidaría décadas después, primero con la Didajé, la oralidad, y por último en las Sagradas Escrituras positivizada con la Biblia, sistematizado por la Iglesia Católica.

Cuando Jesús, (anteriormente, con su preparación, Emanuel) vino al mundo pudo haber nacido donde se le diera la gana (de acuerdo a las promesas), pero no, lo hizo en el lugar propicio, en el momento indicado, según las condiciones que se requerían exactos para la redención, por ello nadie supo de su entrada, ni de sus propósitos, ningún hombre, inclusive hasta estaba oculto a los ángeles, con excepción del Arcángel Gabriel y otros que lo acompañaban (que no mencionan), y aun sí que menos el Demonio y su séquito (pues es claro que tenía nociones, porque conoce las Escrituras, y además el suceso de lo que ocurrió, que según la tradición fue una de las causas de la rebelión el hacerse “hijo del hombre), por esto fue que Cristo, el mesías quiso que lo imitaremos para ser precisamente adoptados nuevamente como hijo de Dios, pero para ello era requerido la “libertad humana”, porque sin este requisito no era posible liberarnos, ya que se requería de la voluntariedad, para conformar el nuevo mundo, por ello que toque luchar, esforzarnos contra la ignorancia, la negligencia y el olvido.

Dice San Agustín en el Sermón 190 (seguido en el 189, 195 y 215) haciendo referencia a lo anterior, a que fue creado de una virgen que Él escogió, y luego educado por manos que Él también decidió, siendo el Logos (palabra viva), y siendo que el humilde, silencioso salvador de la humanidad, todo descansa en Él:

“Nuestro Señor Jesucristo, que existía junto al Padre antes de nacer de madre, no sólo eligió la virgen de la que iba a nacer, sino también el día en que iba a hacerlo. A menudo los hombres, sujetos a error, eligen las fechas, uno para plantar una viña, otro para edificar, otro para irse de viaje y otro, a veces, hasta para casarse. Quien así actúa lo hace para que llegue felizmente a término lo que en esa fecha va a tener lugar. Pero nadie puede elegir el día de su nacimiento. Él, en cambio, pudo elegir ambas cosas, porque hasta pudo crearlas ambas. Y la elección del día no la hizo como los que de forma vana hacen depender la suerte de los hombres de la ubicación de los astros. No le hizo feliz el día en que nació; al contrario, fue él quien hizo agraciado el día en que se dignó nacer. Pues el día de su nacimiento encierra también el misterio de su luz.

Celebremos, por tanto, ¡oh cristianos!, no el día de su nacimiento divino, sino del humano, es decir, el día en que se amolda a nosotros, para que, por mediación del invisible hecho visible, pasemos de las cosas visibles a las invisibles. Conforme a la fe católica, debemos reafirmar los dos nacimientos del Señor: uno divino y otro humano; aquél fuera del tiempo, éste en el tiempo; ambos asombrosos: el primero, sin madre; el segundo, sin padre”.

Entiéndase que cuando Jesús, nace, y se da el desenlace de su plan, la primera discípula fue su madre, aun antes de todo, fue la que dijo sí (con su FIAT) para el trabajo en favor del Reino de Dios a través de San Gabriel. Su construcción que es lo que estamos viendo, “hágase en mí según tu palabra” (es de imitación), de mera obediencia humilde, y magnánima, de cumplir sus propósitos fundadas en el esfuerzo (libre voluntad), no sujetos en la obligatoriedad, sino en la voluntariedad, por ello, que tengamos nuestras propias personalidades, caracteres y decisiones morales para aceptar o no las leyes eternas, divinas, y racionales (naturales) ajustándose a los cánones positivistas de nuestros ordenamientos jurídicos como de nuestra vida ética, centrada en la virtud, en la justicia (zaddik) como lo hizo San José, y los patriarcas y profetas, (alianza), ya que esto sería condición imprescindible para la reunión (unificación) con la humanidad.

Desde la gruta (cueva), oculta, pobre, simple, se dio el comienzo como Luz del mundo que le han llamado el “Logos” (Verbo), quien inició el “arché” de todas las cosas, el primer Evangelio (buena noticia) propiamente fue Él mismo, que debía mostrarse ahora para limpiar la naturaleza humana, con la “debajeo” a la tierra (humus) de ese hombre corrupto, lastimado (concupiscente) caído desde Ben Adam (adamá, formado del polvo de la tierra, de allí proviene la humildad), de lo que sería el nuevo Adán y la nueva alianza, cuya nueva Eva sería la Inmaculada Maria, quien regentaría la Iglesia y sus descendientes, sus hijos, nosotros, su cuerpo místico, colaboradores del Reino de Dios (véase, 1 Corintios 3:9), por ello que necesitemos de su mediación (a través de Cristo) y la poderosa intercesión de la Santísima Theotokos, los ángeles y los santos, como estructura organizativa administrativa, cimentado por Dios, que comienza desde el Bautismo y termina con la transfiguración de la materia hacia el regreso de nuestra alma (esposa) en la partida (re-unión) con la Santísima Trinidad.

El nacimiento del salvador marca el comienzo de la fe, la revelada, la divina que se muestra para todos (cristianos, ateos, paganos, impíos, etc), dicha salvación debe ahora ganarse, volviéndonos, en este caso "hijos por adopción" en el cultivo de la virtud teologal pero también se pulsa con la obra, el esfuerzo, para obtener la gracia. En lo que se refiere a esta primera etapa que surge desde la gruta, que podemos llamar "misterios gozosos", hasta el bautismo antes del ejercicio del ministerio público, con los "misterios luminosos", con Juan Bautista el último de los profetas, tendría su eco final para esta etapa que según Ana Catalina Emerick, estarían formados según la secta de los esenios (siendo para esta la encarnación el 25 de febrero y la natividad el 25 de noviembre). De aquí el llamado que nos depara para nosotros mientras que estemos en esta vida (homo viator) ser justos, para luego ser santos cuya obligación se cumple en las leyes divinas según su voluntad (obediencia/humildad) hacia la vía de la theosis.

Podemos decir sin duda alguna que la pasión, muerte y resurrección de Cristo es la parte central del plan de salvación (oikonomia), es donde comienza, la cura, con dosis letales al brote el pecado, como del deceso que había entrado al mundo desde la caída del primer hombre, por tanto, es por ello que se considera el “nuevo Adán” a Jesús y a María, la “nueva Eva”, del cual nacería de la mujer, y la “Iglesia” tal cual como hemos ya comentado, pero administrada desde los sacramentos, en las misiones, apostolados, discipulados, etc, conversiones, ejecutadas por la Gospa, aquella Inmaculada, tal cual como lo hacen también los demás santos según sus virtudes y los ángeles (de acuerdo al diseño de las leyes eternas y divinas). Aquí se marca los peldaños desde el nacimiento del Logos (Verbo), el arché del camino a recorrer para nuestros pasos, es decir, la verdad para ser instruido, acatada, predicada, como de la vida a seguir de nosotros sus hijos según nuestras condiciones y capacidades (scientia crucis).

Si el nacimiento es el comienzo a todo, la etapa gloriosa, se puede determinar formalmente desde el momento que lo bajan de la cruz (o lo llevan a la sepultura), o bien desde cuando resucita (materialmente hablando), aquí se podría decir definitivamente que nace el cristianismo (como ecclesia), y de allí que queda esencialmente de tajo eliminado el pecado (redención) y la muerte corporal (con la resurrección) y la espiritual (esclavitudes), en esta fase se consolida otra que se da cuando deja de aparecer públicamente Jesucristo a sus discípulos y apóstoles, ya que ahora lo haría solo en el interregno de cuarenta (40) días según las escrituras (véase, Hechos 1:3). Desde aquí dejaría asignadas las primeras misiones para lo que sería el “cristianismo primitivo” (iniciado en comunidades como en la Iglesia misma, marcando una metodología sacramental), estatuidos a través de la sucesión apostólica con los obispos, y luego como sería conocido, “catolicismo” (universalismo) cuya composición única fue de forma tradicional/ortodoxa.

Luego de estos sucesos que comienzan en su segunda etapa (previa) del llamado nacimiento de Jesús, vendría con el Fiat de Maria, luego con la concepción, desarrollo, de la pasión, muerte, resurrección y demás…, pronto de estos periodos que serían necesarias para el plan, se presenta el comienzo de la construcción del Reino, ahora nosotros como colaboradores, posterior a la ascensión y por supuesto con la venida del Espíritu Santo, hasta el final de los tiempos (que es la etapa en la que estamos, una de las etapas más largas) aquí se desenvuelve lo que sería/será lo cimentado, por ello la importancia de la Santa Tradición (depósito de la fe), y las misiones, [neo] martirios, apostolados, tareas, consagraciones, etc, de la fase soteriológica que nos lleva a la escatológica (iluminación de conciencia, lluvia de fuego, gran Tribulación, apostasía, etc) a la llegada visible (maranata) o reinado final, hasta que se cumpla lo último según sus misterios (promesas), y “se cierre el telón”, una vez se haya surtido la redención consumada del último colaborador.

Como ven, aunque no haya acabado esta etapa en la que estamos (que parecen coincidir con la Iglesia de Filadelfia, otros dicen que de Sardes), se debe cumplir otro periodo que va desde el fin de los tiempos hasta o con la parusía (aquí aparece el llamado milenarismo, en el cual puede comenzar un poco antes o después, pero que a ciencia cierta no se ha sabido interpretar correctamente), qué se le conoce como un tiempo de paz, cuya consecuencia son "benignas", y ante todo es la antesala al juicio final y luego la resurrección de los muertos, de allí que este de presente el juzgamiento (para la entrada a la nueva patria celestial), según la metodología ceñida por la Iglesia Católica tradicional, y ortodoxa. Todo lo anterior, como síntesis de las siete (7) fases, que no podemos llamar octava (8°), sino la triunfante con el juicio de los justos y malos [impíos], será esto el nuevo comienzo incorrupto: nuevo cielo y tierra.

¿Por qué se explica esto?, porque la navidad es una fiesta que celebra una de las primeras etapas del plan de salvación (oikonomia), que hemos señalado, que es la segunda (2°), siendo la primera la de adviento (con promesas hechas desde Abraham), por eso que sea importante celebrarla, no solo litúrgicamente, sino también, en los calendarios seculares como una gran preparación del cual nos acerca a la esperanza (spes) del cumplimiento de la palabra de Dios (Logos) que se ha gestado desde sus primeros inicios al pie de la letra hasta la fecha, cuyo celebración oficial se da en Roma oficialmente en el año 354 y en oriente en el 379, como dice Benedicto XVI, “Adquirió su forma definida en la cristiandad a partir del siglo IV, cuando desplazó a la fiesta romana del sol invicto y enseñó a entender el nacimiento de Cristo como la victoria de la Luz verdadera”. (véase, Bendición de la navidad: Meditaciones: Herder).

Para nadie es un secreto quién tenga un poco de entendimiento y revise un poco las escrituras en el Antiguo Testamento, (ya sea, Isaías, Sofonías, Miqueas, entre otros, por ejemplo), sabe que el el advenimiento (vísperas, “paramoni”) es una etapa crucial para la humanidad, de lo que sería el Emanuel (ex ante de Jesús), en lo que significa, la preparación de Dios para “estar con nosotros”, hasta el fin de los tiempos, con título del salvador, e “hijo del hombre”, son con estas fechas escogidas cuando se inicia desde su nacimiento los sucesos salvíficos, estos además, conectan con el dogma del Inmaculado Concepción de Maria (santificada desde el seno materno, y ajena al pecado original) por lo que da mayor santificación, y mayor naturaleza a su llegada, cuando dice: “Alégrate, llena de gracia” (kejaritomene), por el bendito del fruto del vientre que era el mismísimo “hijo de Dios” (hipóstasis) del cual fue nacido en una gruta (véase, Justino Mártir, y Orígenes) y prometido desde Abraham (en forma trinitaria).

La santificación del vientre de Maria (la hija de Sion), no solo santificó lo que sería la salvación, sino también indirectamente el vientre de Isabel y Zacarías, con Juan el Bautista, el último de los profetas (recordemos, Juan 1:30: “Detrás de mí viene un hombre que está delante de mí, porque existía antes que yo”), en todo caso, es un misterio, sus encuentros, charlas, y de más, como la que se dio con su prima en Ain-Karem. Lo que sí sería cierto es quién vendría después de él (como última figura) sería el salvador no solo del mundo, sino del pecado y la muerte, nacido en Belén (otros dice que en Nazaret, históricamente hablando, como Benedicto XVI), este hecho sorprende no solo la llegada (paganos) de los reyes magos (de oriente), sino la invitación de los pastores al encuentro (considerados los más humildes), prescribiendo de esto no solo las costumbres hebreas, sino también las leyes positivas, y naturales, como las divinas, las devenidas de la ley mosaica (para todos), dentro del periodo de la circuncisión de los ocho (8) días, que era en esa costumbre hebraica, su bautismo —unificación— según la antigua normatividad.

El rey de la victoria ya estaba con nosotros, y estaría aún más con la venida del Espíritu Santo (descenso espiritual) para el resto de nuestras vidas para conseguir el ascenso hacia Dios del hombre (theosis), pero antes, en su nacimiento comenzarían los primeros problemas en cumplimiento de la ley, como lo sería la presentación en el templo, la matanza de los bebés inocentes, la ida a Egipto (todo esto que podemos encontrarlo en el Evangelio, que aquí no expondremos), al fin son detalles cruciales que enfrentó y que luego el regreso a Nazaret, y sus apariciones en el tiempo se discutirían desde joven con los doctores de la ley sería una formación sabía y esto hace parte de los dolores de Maria (conocido como vía matris —corredentora—), por ello que la gente y los sacerdotes se preguntarán cómo un hijo de un carpintero de los 12 a 30 años podría tener tanta sabiduría, conocimiento y ciencia (dones sapienciales) como también lo que se destacaría en gracia en el desarrollo de la madurez espiritual.

Si se dan cuenta, Dios hecho hombre, en su doble naturaleza, en este caso como humano (sufrido), quiso trazar realmente el camino hacia a la verdad, para obtener la vida eterna para nosotros, en cuanto a cómo se debería de imitarse, por esto que debemos ganarnos el ser hijos por adopción porque no viene de inicio, de paquete. No se trata solo de bautizarnos y ya (mera formalidad) sino de cumplir sus mandamientos (materialización), marcando así un trayecto a seguir, según nuestras condiciones/capacidades. Él quiere que maduremos por grados (según sus designios) para ir creciendo en gracia (personal e institucionalmente), como lo es el trabajo del alma-espíritu y de los dogmas de la Iglesia, de allí que el cuerpo sea un buen instrumento bien utilizado —sacramentalmente—, como lo tenía Jesús: robusto, musculoso, ejercitados (véase, Mario Sgarbossa, Jesus, Librería San Pablo p. 53) ciñéndose como luz del mundo, que en este momento no lo sabían para ser esperanza para otros (prójimo), tan solo se daría a conocer en su primera fase hasta lo que fue su bautismo con su primo Juan el Bautista (antes de comenzar su ministerio público).

Recordemos el “Nunc dimittis” (conocido como "ahora dejas" o "déjalo ir") conforme a lo que fueron las palabras del devoto judío (correcto/ortodoxo), como lo fue entre otros casos Zacarías (el Padre Juan Bautista) y en este en particular, Simeón el Anciano, fungido como uno de los traductores de la Septuaginta (LXX), que se mostraba como hombres que seguían la ley de los profetas (hebraísmo), a este último según la tradición, le habían mostrado el pasaje de Isaías (ex ante al cumplimiento de las promesas), sobre el advenimiento de Jesús a través de una virgen, versículo que revisó minuciosamente, ante esto en la presentación del templo en este "misterio gozoso", de la llegada del Mesías dijo:

“Ahora Señor puedes dejar que tu siervo [discípulo] muera en paz [con esperanza], como lo has prometido [según las escrituras, pero principalmente con la Santa tradición], porque mis ojos [espirituales] han visto la salvación [plan salvífico] que preparaste [con los patriarcas y profetas] delante de todos los pueblos [gentiles, judíos, paganos]: luz [quien vence] que viene para iluminar [el pecado, la muerte, los vicios] a las naciones paganas [reinos, gobiernos, Estados] y gloria [victoria] de tu pueblo Israel [cristianos]”. Esto implica que el Anciano Simeón, como hombre justo, piadoso, no tuviera más nada que ver, porque ya lo había visto todo, con sus ojos espirituales se le mostraba (en pocas palabras) el plan de salvación (oikonomia) del Mesías, del hijo de Dios [en una imagen, iconografía, como sería el velo de la Verónica], de Dios mismo encarnado, ya no en Emanuel (promesas), porque ya está con nosotros, sino en Jesús, salvando a la humanidad, redimiéndola de todos sus errores.

En consecuencia de lo que se ha escrito todo parece indicar que nuestra querida Iglesia hizo un movimiento correcto, oficializando la fiesta de la natividad como celebración tradicional/ortodoxa, que no es como pretenden los ignorantes e impíos, al decir que es una festividad romana o pagana, ya que son cosas totalmente distintas (véase, The Philokalia Calendar, a Juan Crisostomo en sus homilías, o los estudios de John R. Curaan, Ramsay MacMullen, Karen B. Westerfield, Steven Hijmans, Taylor Marshall, Thomas J. Talley o a William T. Tighe), exactamente en la Santa Tradición el primero que establece tal fiesta fue San Hipólito de Roma en el Comentario del Libro de Daniel, IV, 23,3 (otros dicen que fue el historiador y apologista heleno, Sexto Julio Africano, véase, Chronographiai), en todo caso a ciencia cierta ya se venía haciendo desde los primeros siglos, (véase también, C, Bo Reicke y Benedicto XVI, y nuevamente “La bendición de la navidad”, editorial Herder, p. 57).

Al respecto sobre esto dice Benedicto XVI en su Audiencia General del miércoles 23 de diciembre de 2009:

“Algún exegeta observa, además, que ese día se celebraba la fiesta de la Dedicación del Templo de Jerusalén, instituida por Judas Macabeo en el 164 antes de Cristo. La coincidencia de fechas significa entonces que con Jesús, aparecido como luz de Dios en la noche, se realiza verdaderamente la consagración del templo, el Adviento de Dios a esta tierra".

Frente a esto, nos podemos dar cuenta como la cizaña del maligno, con sus herejías, confusiones y errores sigue implicado en nuestras decisiones, sino también inmerso en los datos e información, entre ellos, de lo que fue la fase del nacimiento del salvador y como lo tergiversa a través de sus instrumentos. Tengamos claro que el nacimiento de Cristo nos da una esperanza en contra de sus enemigos comenzando por los mismos reyes, gobernantes (como Aureliano, o el mismo Juliano el Apostata) que establecieron la fecha pagana dolosamente el mismo día establecido por la Iglesia, del tal "Sol invicto", porque como ya se ha demostrado los cristianos ya venían celebrando desde tiempo atrás esta efemérides, y que no tenía nada que ver con la fiestas saturnales, (léase los estudios anteriormente expuestos, además las del historiador judío Alfred Edersheim, véase, “La Vida y los Tiempos de Jesús el Mesías") del cual se debe considerar además como fecha de ayuno (en el adviento), de lo que llamarían la “edad integral” que coincide posteriormente a su vez con la Pascua (pasión, muerte y resurrección) como fiesta central del plan salvífico.

Los enemigos de la Iglesia están en todas partes, ya decía San Juan Crisóstomo: “Más fácil es apagar el sol que destruir la Iglesia Católica” ya que no tanto han sido sus detractores externos, sino los internos, sus mismos miembros los que han querido corromper a la ecclesia, con blasfemias, herejías, apostasías…, pero esto pasa porque se dejan cultivar por los vicios espirituales, entre ellos la vanagloria consumado por el espíritu de la soberbia, y la codicia (la raíz de todos los males según San Pablo), por ello que toca orar incesantemente y llevar una vida ascética, sacramentada, para eliminar o al menos minimizar estos riesgos diabólicos, muchas veces causados por nosotros mismos, por la vida en lo mundano (materialismo). Véase que “El hombre es un pequeño mundo compuesto de los mismos elementos que el universo”, decía, San Gregorio de Nisa, y está unido a la divinidad pero para esto se necesita esfuerzo, no confiar en su propia fuerza, todos los patriarcas y profetas lo hicieron, San Juan Bautista inicia/finaliza su misión con arrepentimiento y con el que viene detrás de él, todos se humillaron, lo mismo lo hizo Jesucristo con el inicio/desarrollo/final de nuestra salvación, ¿ahora que se espera de nosotros, que somos gusanos o polvo y ceniza?, Hermano el Reino de Dios está cerca, confesémonos y sigamos el Evangelio, no hay otra salida.

Ahora, podemos decir a viva voz, con este primer hecho soteriológico, como si estuviéramos cantando un salmo o un himno como victoria a la llegada de la salvación, exclamemos: 

“Porque tuyo es el dominio, y tuyo es el reino, y el poder, y la gloria del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos”. Amén

Serviam Deus
(serviré a Dios)

sábado, 7 de diciembre de 2024

¡CONSÁGRATE AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA!: CONCEBIDA SIN PECADO ORIGINAL


“Servir a María y ser su cortesano es el mayor honor que podemos poseer; porque servir a la Reina del Cielo es ya reinar allí; y vivir bajo su mando es más que gobernar”.
San Juan Damasceno

“María, virgen no sólo inmaculada, sino virgen a quien la gracia ha hecho inviolable, libre de toda mancha de pecado”
San Ambrosio de Milán

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Hoy, 8 de diciembre (no importa el año que sea) es un gran día para consagrarse al Inmaculado Corazón de Maria, sobre todo porque en este semana comienza el adviento (antes del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo) y un año litúrgico ex novo, en esto se conmemora también el dogma mariano pronunciado en ese entonces bajo la autoridad papal introducido desde el Concilio Vaticano I, cuyo uso le dio el Papa Pio IX, en su bula llamada “Ineffabilis Deus” del cual formaliza lo que venían hablando ciertos Padres y Doctores de la Iglesia desde los primeros siglos de surgimiento del cristianismo primitivo, e incluso los monjes que tenían el conocimiento divino de primera mano, entre ellos San Efrén el Sirio (siglo IV, el doctor mariano), San Hipólito, San Teodoto de Ancira, el más destacado de ellos, San Juan Damasceno o Andrés de Creta (siglo VII), entre otros más.

El dogma tiene un revuelo entre los mismos católicos y no aceptado aún por los ortodoxos en su mayoría (muchos de ellos dicen que si nació con el pecado original sino que luego fue santificada, no otros —aunque no tan directos— como Simeón el Nuevo Teólogo o Máximo el Confesor), como es claro, y se dice en el Evangelio para Dios nada es imposible y dentro de esto está en querer hacer que la Madre de Dios (Theotokos) fuera inmaculada de toda mancha de pecado desde su concepción no solo en cuerpo sino también en alma, (mente, pensamientos, etc) lo que hace doble, triplemente pura, igual como lo fue, aunque, superiormente Jesús, su hijo divino, por tanto, podemos decir que ella fue la primera mujer en salir de la corrupción de la naturaleza adámica, marcando así un nuevo comienzo hacia la liberación del hombre, como antesala (corredentora) al tabernáculo mayor, como lo sería Cristo, el salvador.

Además de padres, doctores, monjes, podemos mencionar el protoevangelio de Santiago (y otros documentos apócrifos) que si bien no hacen parte del canon neotestamentario, nos da validez a concebir que el nacimiento de Maria fue puro y lo sigue siendo, del cual relata cómo sus padres, los santos Joaquín y Ana (justos), no podían dar fruto, vástago, que dio raíz a la voluntad divina (sin que estos supieran) de concebir una niña por esclava del Señor, —Magníficat— (ya ancianos, igual que Isabela, con Juan Bautista), por esto que además coincida con la fecha del advenimiento de Jesús, —que lo quisieron poner así—, para estas fechas (en el calendario), marcando el nuevo año litúrgico, a pesar de esto, y ser declarado dogma de fe, de obligatorio acatamiento para todos los católicos, en su momento fue dividido dicha concepción (como fue la disputa que tuvieron los agustinos-franciscanos, como Duns Escoto y por otro lado los dominicos, entre la tesis de Santo Tomas de Aquino, que niega su inmaculada concepción), o San Bernardo (quién combatió esta idea).

Esta fiesta ya se venía dando incluso antes de sus declaración en el siglo XIX, ya para los siglos XIV y XV era objeto de celebración, por parte del Papa Sixto IV, incluyéndolo en el calendario, sino que fue hasta 1854 cuando se hizo oficial, y años después lo recalca ella misma en varias apariciones en especial en Francia, sobre todo cuando queda consignada en Lourdes con el lema: “Yo soy la Inmaculada Concepción”, quien se lo refirió así misma a Santa Bernardita, como último oficialización de los títulos de la Gospa (pero anterior en La Sallete, había indicios). Podemos decir, que aun faltando el dogma de la coredención para completar la madurez mariana, estamos a los últimos pasos de esta propagación, para así dar por terminado lo que es el Reino de Dios, el camino hacia la parusía, del cual se encuentra, la Madre de Dios, hija Predilecta de Dios, y Esposa del Espíritu Santo, los que nos hace un llamado a que seamos como ella, una “Virgo Fidelis”, con tal de que renovemos nuestros votos, consagrándonos, o una vez más a los Sagrados Corazones de Jesús y Maria, ya que al final ellos triunfarán en conjunto con nuestra cooperación (esfuerzos), los fieles de la Iglesia [Militante, junto con la ya Triunfante y luchadora Purgante], a ejemplos de fieles y legales [discípulos] seguidores suyos.

Sabemos que desde Génesis hasta su último libro el Apocalipsis en la Biblia o Sagradas Escrituras está compuesto y dicho que la “Mujer” que en este caso es la Iglesia [cuerpo místico —fieles—], cuya cabeza está regentado por Maria, será su equipo quien se arrimara a la enemiga de la serpiente, junto con toda su descendencia, sus hijos, es decir nosotros los “hijos”, la militante, triunfante y purgante, la cual cuando llegue el momento nosotros a través de su dirección le aplastaremos el cráneo de nuestros adversarios, en reemplazo de lo que fue Eva, ahora, dando el “Fiat definitivo” (perseverante) del servicio a Dios (serviam Deus), en humildad/obediencia, diciendo, “Yo soy la esclava o el esclavo del Señor, hágase en mí según su palabra” (obediencia/humildad), habiendo así predestinada la justificación de la gracia a la milicia, que ahora nosotros tenemos que seguir según nuestras condiciones y capacidades en el cargue de la Cruz, sirviendo, o diciendo: ¡Serviam Deus!

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Todos somos conscientes de la gran crisis que está pasando la Iglesia [militante] es grave, pero vendrán cosas peores, pero no hay que asustarse, según las revelaciones hechas por la misma Virgen ya que nada prevalecerá contra ella, más aun si hacemos oración y penitencia, tal cual como no las ha mandado a realizar por décadas, en sus distintas apariciones en el mundo, una de las más imperantes para tener en cuenta han sido los mensajes de Francia, la cual se reconoce como la hija mayor de la “Ecclesia” [en todos sus sentidos], en la que se denuncia las herejías, blasfemias, apostasía, y demás que comenzaran incluso por este mismo país en contra del Reino de Dios, acomodando los Evangelios como quieran (y incluso desde el mismo pontificado), relativizando los valores morales, la siembra de cizaña entre los fieles, la contienda ente obispos, y sacerdotes, y asi, el aumento de la influencia demoniaca por el mundo, acrecentando la confusión, errores, ateísmo, cultura woke, ideologías, abortos, etc, si esto no cambia dice la Gospa, traerá la “lluvia de fuego” que vendrá del cielo (probablemente un viernes santo), tal cual como se expresa en Jeremías.

Los pecados, pero sobre todo los vicios acaban con el mundo y con el hombre, no se necesitan de armas nucleares para esto, la semilla de la propia destrucción está en nosotros, producto precisamente de lo que hemos traído antropológicamente desde la caída, en su sentido adámico: desobediencia, soberbia…, que son los mayores males, acompañados de los placeres carnales, del cual debilita el espíritu hasta el sentido de no ver ni escuchar, del cual deja a un lado, sin importancia, las oraciones, penitencias, como si no valieran para nada, aunque el planeta (a través de nosotros) sigamos siendo advertidos desde hace siglos, y siguen los mensajes, aún están sin atenderse, el problema persiste debido al avance del racionalismo, y la imposición de la razón burda sobre la fe, en el camino hacia el transhumanismo, y la psicologización del hombre (camino eficaz del maligno para corromper, a través de la psyche).

Sabemos que la pelea empezó hace miles (1000x) de años, no sabemos cuándo fue el comienzo exactamente, pero aún no termina, y la tierra es un área de combate, que, aunque los hombres no quieran pelear, se lucha así sea condenándose. Aquí solo hay dos (2) salidas: ganas o pierdes, contribuyes u obstaculizas, te condenas o te salvas, eres frío o caliente, no hay tibieza, ya que esta última se considera como parte de las fuerzas del adversario o peor. Somos nosotros los bautizados, y cumplidores de sus mandatos, es decir los hijos de Dios, los verdaderos israelitas, los que debemos contribuir para la edificación de su reino.

Debemos seguir siendo el “katejon” del ministerio de impiedad, de esos impíos, apostates, herejes, etc, esto en pos de la grandeza del Reino de Dios, que ha venido siendo saboteado por rebeldes, e instrumentos del demonio, de allí que nosotros debamos consagrándonos a Jesús y la Santísima Virgen María, como maestra de la Justicia, corredentora, y oficial de los ejércitos de su legión para seguir en la lucha hacia la victoria de la “scientia crucis” conforme a la base de la “scientia amoris” de la mano del ejercito de ángeles, comandados por San Miguel Arcángel, por tanto, hermanos, conservándonos fielmente en la Santa Tradición, en la doctrina sana, es decir en la ortodoxia, con el ropaje de su manto divino protejámonos, con la espada de la palabra de Dios ataquemos y con la luz del Espíritu Santo penetremos.

Para que esto suceda y podamos contribuir con la causa, se necesita de ciertos pasos, sobre todo de conversión interior (permanentes), y poder así llevar a otros también a convertirse y consagrarse a los Sagrados Corazones de Jesús y Maria, que no es fácil, pero no imposible, aun cuando estamos revestidos de la luz de Cristo, del Espíritu Santo, y del Padre, por ello que debamos practicar los sacramentos devotamente, y también las virtudes (esto último que se olvida entre los cristianos) que son las obras, para poder alcanzar la santidad, esto es un apostolado que requiere de mucho fervor piadoso, ascético, pero al mismo tiempo compromiso de vivir según el Evangelio según nuestras condiciones/capacidades conforme a la gracia para así evitar caer en el error, la herejía, apostasía, el posmodernismo…, que está terminando de acabar nuestra alma enferma, por esto es que se necesite de una formación robusta como soldados como la que propone el Santo Rosario, la Oración de Jesús, y otros instrumentos de la salvación.


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Ahora, según lo narrado haremos énfasis en ciertas virtudes que quiere la Virgen María que trabajemos para este propósito, del cual todo cristiano aguerrido para la lucha con el mundo, la carne y Satanás se tora necesaria, y estos son en orden aleatorio los siguientes, teniendo en cuenta que se debe combatir siempre contra la ignorancia, la negligencia y el olvido de Dios. Veamos.

  • Fe: Si bien esta es una virtud teologal, (la más importante) es dada por Dios, pero se debe cultivar y mantener (perseverancia final), ya sea para su adquisición o aumento, sin ella no podemos salvarnos, esta es la que regenta a todas las demás (justificación de la gracia), y que va en conjunto con el amor (caridad) y la esperanza, trabajan articuladamente, siendo incluyentes (nunca excluyentes). Esta gracia es dispensada muchas veces por la Madre de Dios (Theotokos), como medianera de todas las gracias, como regalo de Dios, que se hace por conducto del Espíritu Santo.
  • Esperanza: Es el anhelo de ver siempre a Dios, y no desesperarse, ser fiel tal cual como somos, en nuestros corazones, esperar, pacientemente, del cual se debe cultivar igual como la fe, pero que es justificado con la gracia, don divino, regalo del Señor, que se ciñe con el amor en nuestro trabajo diario, es mantenerse firme a pesar de las circunstancias, tribulaciones, conflictos, etc.
  • Caridad: es la virtud teologal última (aunque no menos importante), del cual anida a las demás (las pinta), como base “amarse los unos a los otros”, es un andamiaje valorativo, es la tierra por lo que da fruto la fe y la esperanza, por tanto, nunca son excluyentes, como se dijo, sino que se arma junto con ella.
  • Obediencia: Para poder instruirse, en la divina voluntad, nos debemos dejar guiar, sino esto no sirve, para poder entrar al manto sagrado, tal cual como lo fueron los primeros Padres, o monjes, según la condición/capacidad que tengamos. La cuestión es poder cargar la cruz al modo previsto por Dios, y no a nuestro acomodo, ser valientes, templados en la fe, sin quejas, y esto lleva a la humildad, virtud contraria a la soberbia y el orgullo (en estricto sentido), que en sí mismo esta falta fue la primera de todas, el agujero de la desobediencia.
  • Humildad: Actúa como pegatina de las demás virtudes, se puede decir que es la madre, inclusive de las teologales (como esencial), porque sin ella no hay salvación, se puede orar, obrar, pero si no existe esta virtud, no sirve de nada, lo bueno es que tiene que venir no solo de actos, sino también de pensamientos y sobre todo de corazón (donde brotan), este es un problema muy grande en nuestros días, como lo hicieron los fariseos que pensaban una cosa pero hacen otra, siempre debe pensarse en el prójimo y estar de último, debajearse, humillarse, como nuestro Señor Jesucristo.
  • Pureza: Debemos mantenernos puro primero de actos, o en conjunto con los pensamientos para luego serlos de corazón (fuente donde brotan), progresivamente, mantenernos así en todas las pruebas diarias que se nos presenta, pero esto se obtiene poco a poco con la oración y teniendo una vida sacramentada en consonancia con la práctica a la virtud, del cual la concupiscencia (naturaleza herida) va conteniendo hasta tenerlo en su raye mínimo, quitando toda oscuridad de nuestra almas (iluminación paso a la contemplación), buscando la luz, esto es, con sacrificio, libre voluntad, esfuerzo, cooperación, así de esta forma tendremos como hermanos a los ángeles, hasta conseguir la gracia.
  • Perseverancia: Su mismo nombre lo indica, ser constante en todo, en lo que incluye piedad, mortificación, penitencia, oración, sacramento, lectura, contemplación, rezo del Santo Rosario, hesicasmo, y lo que implica el crecimiento espiritual en la práctica de las virtudes (disciplina espiritual).
  • Gratitud: Necesitamos ser generoso para con Dios, pero también con el prójimo.
  • Sencillez: Alejémonos de la apariencia, de lo vano, despreciar los lujos, negándonos a nosotros mismos (mortificándonos, los sentidos, por ejemplo).
  • Simplicidad: Rechazando lo presuntuoso, el lujo innecesario, exagerado, los adornos refinados, ser pobres de espíritu.
  • Serenidad: algo de paciencia frente a los hechos que vendrán o están presentes.
  • Desprendimiento: Irnos alejándonos de lo material poco a poco hasta quedarnos con lo necesario para vivir, o subsistir. El apego puede condicionarnos a quedarnos aún más en esta vida, almaticamente. Por ello la práctica de las virtudes que es lo que realmente el alma aprende y se lleva junto con el espíritu, el cuerpo, lo carnal se queda aquí, hasta la resurrección.
  • Sabiduría [divina]: Es una transmutación que hace Dios como regalo a los hijos fieles, para sacarnos de la ignorancia, de las tinieblas a través de la iluminación, quitarnos de la necedad, de los pecados, faltas, y sus causas, entender llanamente algunas cosas de la ciencia del cielo.
  • Amor: En este sentido distinto a la caridad que también es amor, no necesariamente es cuanto a la fe, sino a las cosas que hagamos y par contigo y los hombres, acciones, con los animales, las plantas, la naturaleza, etc, para poder así alcanzar si se quiere la caridad perfecta, y un corazón suave.
  • Bondad: Entender la compartición de su creación, y amor que es infinita.
  • Confianza: No tanto es creer en uno mismo, sino en Dios, es irse contra el abismo, si bien uno debe esforzarse para mejorar, nuestra mente es limitada y solo la Santísima Trinidad conoce lo que realmente es bueno para nosotros, debemos poner nuestra docilidad hacia las cosas divinas, y dejarnos guiarnos por el Espíritu Santo, hagamos lo que tengamos que hacer, y él hace el resto, para para ello debemos confiar en sus santas inspiraciones, en obediencia y humildad.
  • Candor: Inocencia, recordemos “sed como niños”, es ingenuidad frente a los aspectos de la fe, no es pusilanimidad, es rechazo a los corazones orgullosos.
  • Soledad (hesiquia): Buscar el recogimiento interno, evitar el ruido externo, salir de la distracción del mundo, dejarnos llevar por el Espíritu Santo.
  • Veracidad: Hablar siempre con la verdad, no mentir, esto tiene muchas ventajas, entre ellas, el acrecimiento del coraje, el temperamento, y las demás virtudes. Nutrirse de la doctrina sana y pura, mera ortodoxia. Salir de la ignorancia espiritual.
  • Castidad: Hace parte de la pureza, y al ser creado a imagen y semejanza de Dios, debemos mantenernos puros, en este caso de cuerpo, pero también de alma y espíritu, por lo que implica también candor, y una fragancia exquisita. La cual lo hace idéntico a los ángeles, seres espirituales. Todo barro se quita, y da un sabor a lirio.
  • Paz: Debe reinar la paz, tranquilidad, en nuestros hogares y en el mundo, sosiego, soledad, como las vírgenes prudentes que se menciona en el Evangelio.
  • Fidelidad: Radia como la luz del sol, hablando siempre con la verdad, con el Evangelio, ruptura total con el pecado, con todo lo que esclaviza (vicios, faltas). Es romper las ataduras/heridas. Se trata de ser fieles en conservar el Fiat permanentemente para poder heredar el Reino de los Cielos, como los pobres de espíritu.
  • Discreción: que tiene que ver con la prudencia, es ser cautelosos suaves con los demás, agradables a los hermanos, esto lleva a la sabiduría, amar al amigo y ser correcto con el dejar a un lado el orgullo espiritual,
  • Dominio propio: Construir un carácter robusto, un temple cristiano, moldear las emociones, controlándolas, levantarnos a las caídas, y piloteando las tentaciones, rechazándolas, esto, nos da la esperanza de no turbarnos, etc, es mera sabiduría.
  • Paciencia: Soportar todo sufrimiento, tribulación, con amor, y ofrecer al señor, para recibir una corona, purificar de toda herida, para las pruebas, persecución, enfermedad, trabajada en ella, para conseguir otros frutos, es un conducto.
  • Sufrimiento: Es la que nos acerca a la ciencia de la cruz, a través de la ciencia del amor, y así te vas purificando, y cooperando a los misterios de Dios, quitando todo tipo de lo carnal hacia lo espiritual, desapego.
  • Santidad: Es la vida última del cristiano, hacerse santo ante los actos de grandeza, de rectitud, sin ruido, imitando las virtudes de Cristo.
  • Oración: Rezar incesantemente, es el medio más poderoso, porque corta las maldades y te da libertad, alimentarnos varias veces al día de este manantial divino. Siendo fieles a la ortodoxia, quitando el letargo espiritual (acedia).
  • Silencio: Aprender a moderar nuestras palabras, a interiorizar lo que digamos, tomando medidas, no pecar por hablar demás, en el silencio contemplativo, también se adquiere la sabiduría, esto consigue un alma prudente, moderada, en pos de la sabiduría, evitando la necedad, la palabrería, con el discernimiento (discretio).
  • Rectitud: Cumplimiento de los mandamientos, ser coherentes nuestros actos con pensamientos.
  • Sacrificios: Son esfuerzos por hacer las cosas con amor, cargando la cruz, mortificandos, purificando con la luz del espíritu, y virtud, vida sacramentada, esto para que nos venga la gracia, o aumento de la fe, y otras virtudes requeridas, necesarias, conjuntas, etc

Indistintamente de las virtudes que tengamos o no, una más que otras, las recomendaciones que nos da la Madre de Dios, la Santísima Theotokos, la siempre bienaventurada, pura e inmaculada de concepción, Maria, nos da unos tips, pasos para obtener, conservar o mantener el estado de gracia, entre ellos los siguientes:

  • Consagrarse a los Inmaculados corazones de Jesús y Maria (innegociable)
  • Conversión permanente, se requiere a diario
  • Ser sencillos, estar abiertos a la acción del Espíritu Santo, pedir su asistencia
  • Cumplir el magisterio y la tradición sana, volver a la disciplina espiritual.
  • Volvernos eucarístico, hacer penitencia, y vivir en continua oración
  • Predicar, difundir, y ser fieles al Evangelio, y los mensajes recibidos.
  • Rechazar pensamiento en contra de la sana doctrina (ortodoxia) y el falso ecumenismo
  • Iglesia (cuerpo místico) debe estar aferrada a la Santa Tradición
  • Denunciar a la falsa Iglesia que se monta, como la sinodal, o cualquier otra diferente a la primitiva (cristianismo falso).
  • Ejercer la parresia, el coraje, la valentía de la fe
  • Tener compunción, celo, contrición, aplicar el lloriqueo santo por nuestros pecados y la de los hermanos
  • Reparar los primeros viernes y sábados de cada mes y cualquier fecha especial, por las blasfemias y sacrilegios hechas en contra de sus sagrados corazones, ofrecer penitencias, ayunos, mortificaciones, oraciones, etc.
  • Rezar el rosario diariamente (devotamente),
  • No renegar de nuestra Cruz, subiendo al calvario, al tabor, al Carmelo, etc.
  • Aprovechar la lectura santa
  • Arrepentirse y buscar el perdón a diario, aun incluso por pecados ya perdonados para no volverlos a cometer.
  • Permanecer en velad, hacer vigilias, y vigilancia de nuestros pensamientos
  • Construir el templo del espíritu, cuerpo (ascesis) y alma (oración y virtudes)
  • Rechazar materialismo/hedonismo, el placer inmediato.
  • Ser fiel y leal, decir la verdad todo el tiempo, no mentir.
  • Adoración al Santísimo (lo más que se pueda).
  • Ser puros de corazón, consagrarse al Espíritu Santo
  • Tener devoción por el nombre de Jesús, la sangre, llagas, y su pasión.
  • Quitar toda perturbación del espíritu.
  • Matar al hombre viejo, y construir un hombre nuevo (perseverancia)

Terminemos lo que se necesita para hacer esta consagración al Inmaculado Corazón de Maria (que pueden conseguir en internet fácilmente), no solo exponiendo su concepción sin pecado original, sino también su pureza, con una oración de San Efrén el sirio dedicada a Maria, Virgen pura, que es la siguiente:

“Te saludo oh María, toda pura, toda irreprensible y digna de alabanza. Tu eres la corredentora, la brisa en mi árido corazón, la luz serena de mi mente confundida, la reparadora de todos mis males. Compadécete oh purísima de la enfermedad de mi alma. Tú puedes todo porque eres la Madre de Dios; a ti nada se te niega, porque eres la reina, no desprecies mis oraciones y mi llanto, no desilusiones en mi espera. Alcanzadme el favor de tu hijo, y mientras esté en esta vida: defiéndeme, protégeme y custódiame. Amen”.
Serviam Deus
(serviré a Dios)