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sábado, 7 de diciembre de 2024

¡CONSÁGRATE AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA!: CONCEBIDA SIN PECADO ORIGINAL


“Servir a María y ser su cortesano es el mayor honor que podemos poseer; porque servir a la Reina del Cielo es ya reinar allí; y vivir bajo su mando es más que gobernar”.
San Juan Damasceno

“María, virgen no sólo inmaculada, sino virgen a quien la gracia ha hecho inviolable, libre de toda mancha de pecado”
San Ambrosio de Milán

Para descargarlo en Word o Pdf, clic aquí.

Hoy, 8 de diciembre (no importa el año que sea) es un gran día para consagrarse al Inmaculado Corazón de Maria, sobre todo porque en este semana comienza el adviento (antes del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo) y un año litúrgico ex novo, en esto se conmemora también el dogma mariano pronunciado en ese entonces bajo la autoridad papal introducido desde el Concilio Vaticano I, cuyo uso le dio el Papa Pio IX, en su bula llamada “Ineffabilis Deus” del cual formaliza lo que venían hablando ciertos Padres y Doctores de la Iglesia desde los primeros siglos de surgimiento del cristianismo primitivo, e incluso los monjes que tenían el conocimiento divino de primera mano, entre ellos San Efrén el Sirio (siglo IV, el doctor mariano), San Hipólito, San Teodoto de Ancira, el más destacado de ellos, San Juan Damasceno o Andrés de Creta (siglo VII), entre otros más.

El dogma tiene un revuelo entre los mismos católicos y no aceptado aún por los ortodoxos en su mayoría (muchos de ellos dicen que si nació con el pecado original sino que luego fue santificada, no otros —aunque no tan directos— como Simeón el Nuevo Teólogo o Máximo el Confesor), como es claro, y se dice en el Evangelio para Dios nada es imposible y dentro de esto está en querer hacer que la Madre de Dios (Theotokos) fuera inmaculada de toda mancha de pecado desde su concepción no solo en cuerpo sino también en alma, (mente, pensamientos, etc) lo que hace doble, triplemente pura, igual como lo fue, aunque, superiormente Jesús, su hijo divino, por tanto, podemos decir que ella fue la primera mujer en salir de la corrupción de la naturaleza adámica, marcando así un nuevo comienzo hacia la liberación del hombre, como antesala (corredentora) al tabernáculo mayor, como lo sería Cristo, el salvador.

Además de padres, doctores, monjes, podemos mencionar el protoevangelio de Santiago (y otros documentos apócrifos) que si bien no hacen parte del canon neotestamentario, nos da validez a concebir que el nacimiento de Maria fue puro y lo sigue siendo, del cual relata cómo sus padres, los santos Joaquín y Ana (justos), no podían dar fruto, vástago, que dio raíz a la voluntad divina (sin que estos supieran) de concebir una niña por esclava del Señor, —Magníficat— (ya ancianos, igual que Isabela, con Juan Bautista), por esto que además coincida con la fecha del advenimiento de Jesús, —que lo quisieron poner así—, para estas fechas (en el calendario), marcando el nuevo año litúrgico, a pesar de esto, y ser declarado dogma de fe, de obligatorio acatamiento para todos los católicos, en su momento fue dividido dicha concepción (como fue la disputa que tuvieron los agustinos-franciscanos, como Duns Escoto y por otro lado los dominicos, entre la tesis de Santo Tomas de Aquino, que niega su inmaculada concepción), o San Bernardo (quién combatió esta idea).

Esta fiesta ya se venía dando incluso antes de sus declaración en el siglo XIX, ya para los siglos XIV y XV era objeto de celebración, por parte del Papa Sixto IV, incluyéndolo en el calendario, sino que fue hasta 1854 cuando se hizo oficial, y años después lo recalca ella misma en varias apariciones en especial en Francia, sobre todo cuando queda consignada en Lourdes con el lema: “Yo soy la Inmaculada Concepción”, quien se lo refirió así misma a Santa Bernardita, como último oficialización de los títulos de la Gospa (pero anterior en La Sallete, había indicios). Podemos decir, que aun faltando el dogma de la coredención para completar la madurez mariana, estamos a los últimos pasos de esta propagación, para así dar por terminado lo que es el Reino de Dios, el camino hacia la parusía, del cual se encuentra, la Madre de Dios, hija Predilecta de Dios, y Esposa del Espíritu Santo, los que nos hace un llamado a que seamos como ella, una “Virgo Fidelis”, con tal de que renovemos nuestros votos, consagrándonos, o una vez más a los Sagrados Corazones de Jesús y Maria, ya que al final ellos triunfarán en conjunto con nuestra cooperación (esfuerzos), los fieles de la Iglesia [Militante, junto con la ya Triunfante y luchadora Purgante], a ejemplos de fieles y legales [discípulos] seguidores suyos.

Sabemos que desde Génesis hasta su último libro el Apocalipsis en la Biblia o Sagradas Escrituras está compuesto y dicho que la “Mujer” que en este caso es la Iglesia [cuerpo místico —fieles—], cuya cabeza está regentado por Maria, será su equipo quien se arrimara a la enemiga de la serpiente, junto con toda su descendencia, sus hijos, es decir nosotros los “hijos”, la militante, triunfante y purgante, la cual cuando llegue el momento nosotros a través de su dirección le aplastaremos el cráneo de nuestros adversarios, en reemplazo de lo que fue Eva, ahora, dando el “Fiat definitivo” (perseverante) del servicio a Dios (serviam Deus), en humildad/obediencia, diciendo, “Yo soy la esclava o el esclavo del Señor, hágase en mí según su palabra” (obediencia/humildad), habiendo así predestinada la justificación de la gracia a la milicia, que ahora nosotros tenemos que seguir según nuestras condiciones y capacidades en el cargue de la Cruz, sirviendo, o diciendo: ¡Serviam Deus!

***

Todos somos conscientes de la gran crisis que está pasando la Iglesia [militante] es grave, pero vendrán cosas peores, pero no hay que asustarse, según las revelaciones hechas por la misma Virgen ya que nada prevalecerá contra ella, más aun si hacemos oración y penitencia, tal cual como no las ha mandado a realizar por décadas, en sus distintas apariciones en el mundo, una de las más imperantes para tener en cuenta han sido los mensajes de Francia, la cual se reconoce como la hija mayor de la “Ecclesia” [en todos sus sentidos], en la que se denuncia las herejías, blasfemias, apostasía, y demás que comenzaran incluso por este mismo país en contra del Reino de Dios, acomodando los Evangelios como quieran (y incluso desde el mismo pontificado), relativizando los valores morales, la siembra de cizaña entre los fieles, la contienda ente obispos, y sacerdotes, y asi, el aumento de la influencia demoniaca por el mundo, acrecentando la confusión, errores, ateísmo, cultura woke, ideologías, abortos, etc, si esto no cambia dice la Gospa, traerá la “lluvia de fuego” que vendrá del cielo (probablemente un viernes santo), tal cual como se expresa en Jeremías.

Los pecados, pero sobre todo los vicios acaban con el mundo y con el hombre, no se necesitan de armas nucleares para esto, la semilla de la propia destrucción está en nosotros, producto precisamente de lo que hemos traído antropológicamente desde la caída, en su sentido adámico: desobediencia, soberbia…, que son los mayores males, acompañados de los placeres carnales, del cual debilita el espíritu hasta el sentido de no ver ni escuchar, del cual deja a un lado, sin importancia, las oraciones, penitencias, como si no valieran para nada, aunque el planeta (a través de nosotros) sigamos siendo advertidos desde hace siglos, y siguen los mensajes, aún están sin atenderse, el problema persiste debido al avance del racionalismo, y la imposición de la razón burda sobre la fe, en el camino hacia el transhumanismo, y la psicologización del hombre (camino eficaz del maligno para corromper, a través de la psyche).

Sabemos que la pelea empezó hace miles (1000x) de años, no sabemos cuándo fue el comienzo exactamente, pero aún no termina, y la tierra es un área de combate, que, aunque los hombres no quieran pelear, se lucha así sea condenándose. Aquí solo hay dos (2) salidas: ganas o pierdes, contribuyes u obstaculizas, te condenas o te salvas, eres frío o caliente, no hay tibieza, ya que esta última se considera como parte de las fuerzas del adversario o peor. Somos nosotros los bautizados, y cumplidores de sus mandatos, es decir los hijos de Dios, los verdaderos israelitas, los que debemos contribuir para la edificación de su reino.

Debemos seguir siendo el “katejon” del ministerio de impiedad, de esos impíos, apostates, herejes, etc, esto en pos de la grandeza del Reino de Dios, que ha venido siendo saboteado por rebeldes, e instrumentos del demonio, de allí que nosotros debamos consagrándonos a Jesús y la Santísima Virgen María, como maestra de la Justicia, corredentora, y oficial de los ejércitos de su legión para seguir en la lucha hacia la victoria de la “scientia crucis” conforme a la base de la “scientia amoris” de la mano del ejercito de ángeles, comandados por San Miguel Arcángel, por tanto, hermanos, conservándonos fielmente en la Santa Tradición, en la doctrina sana, es decir en la ortodoxia, con el ropaje de su manto divino protejámonos, con la espada de la palabra de Dios ataquemos y con la luz del Espíritu Santo penetremos.

Para que esto suceda y podamos contribuir con la causa, se necesita de ciertos pasos, sobre todo de conversión interior (permanentes), y poder así llevar a otros también a convertirse y consagrarse a los Sagrados Corazones de Jesús y Maria, que no es fácil, pero no imposible, aun cuando estamos revestidos de la luz de Cristo, del Espíritu Santo, y del Padre, por ello que debamos practicar los sacramentos devotamente, y también las virtudes (esto último que se olvida entre los cristianos) que son las obras, para poder alcanzar la santidad, esto es un apostolado que requiere de mucho fervor piadoso, ascético, pero al mismo tiempo compromiso de vivir según el Evangelio según nuestras condiciones/capacidades conforme a la gracia para así evitar caer en el error, la herejía, apostasía, el posmodernismo…, que está terminando de acabar nuestra alma enferma, por esto es que se necesite de una formación robusta como soldados como la que propone el Santo Rosario, la Oración de Jesús, y otros instrumentos de la salvación.


***

Ahora, según lo narrado haremos énfasis en ciertas virtudes que quiere la Virgen María que trabajemos para este propósito, del cual todo cristiano aguerrido para la lucha con el mundo, la carne y Satanás se tora necesaria, y estos son en orden aleatorio los siguientes, teniendo en cuenta que se debe combatir siempre contra la ignorancia, la negligencia y el olvido de Dios. Veamos.

  • Fe: Si bien esta es una virtud teologal, (la más importante) es dada por Dios, pero se debe cultivar y mantener (perseverancia final), ya sea para su adquisición o aumento, sin ella no podemos salvarnos, esta es la que regenta a todas las demás (justificación de la gracia), y que va en conjunto con el amor (caridad) y la esperanza, trabajan articuladamente, siendo incluyentes (nunca excluyentes). Esta gracia es dispensada muchas veces por la Madre de Dios (Theotokos), como medianera de todas las gracias, como regalo de Dios, que se hace por conducto del Espíritu Santo.
  • Esperanza: Es el anhelo de ver siempre a Dios, y no desesperarse, ser fiel tal cual como somos, en nuestros corazones, esperar, pacientemente, del cual se debe cultivar igual como la fe, pero que es justificado con la gracia, don divino, regalo del Señor, que se ciñe con el amor en nuestro trabajo diario, es mantenerse firme a pesar de las circunstancias, tribulaciones, conflictos, etc.
  • Caridad: es la virtud teologal última (aunque no menos importante), del cual anida a las demás (las pinta), como base “amarse los unos a los otros”, es un andamiaje valorativo, es la tierra por lo que da fruto la fe y la esperanza, por tanto, nunca son excluyentes, como se dijo, sino que se arma junto con ella.
  • Obediencia: Para poder instruirse, en la divina voluntad, nos debemos dejar guiar, sino esto no sirve, para poder entrar al manto sagrado, tal cual como lo fueron los primeros Padres, o monjes, según la condición/capacidad que tengamos. La cuestión es poder cargar la cruz al modo previsto por Dios, y no a nuestro acomodo, ser valientes, templados en la fe, sin quejas, y esto lleva a la humildad, virtud contraria a la soberbia y el orgullo (en estricto sentido), que en sí mismo esta falta fue la primera de todas, el agujero de la desobediencia.
  • Humildad: Actúa como pegatina de las demás virtudes, se puede decir que es la madre, inclusive de las teologales (como esencial), porque sin ella no hay salvación, se puede orar, obrar, pero si no existe esta virtud, no sirve de nada, lo bueno es que tiene que venir no solo de actos, sino también de pensamientos y sobre todo de corazón (donde brotan), este es un problema muy grande en nuestros días, como lo hicieron los fariseos que pensaban una cosa pero hacen otra, siempre debe pensarse en el prójimo y estar de último, debajearse, humillarse, como nuestro Señor Jesucristo.
  • Pureza: Debemos mantenernos puro primero de actos, o en conjunto con los pensamientos para luego serlos de corazón (fuente donde brotan), progresivamente, mantenernos así en todas las pruebas diarias que se nos presenta, pero esto se obtiene poco a poco con la oración y teniendo una vida sacramentada en consonancia con la práctica a la virtud, del cual la concupiscencia (naturaleza herida) va conteniendo hasta tenerlo en su raye mínimo, quitando toda oscuridad de nuestra almas (iluminación paso a la contemplación), buscando la luz, esto es, con sacrificio, libre voluntad, esfuerzo, cooperación, así de esta forma tendremos como hermanos a los ángeles, hasta conseguir la gracia.
  • Perseverancia: Su mismo nombre lo indica, ser constante en todo, en lo que incluye piedad, mortificación, penitencia, oración, sacramento, lectura, contemplación, rezo del Santo Rosario, hesicasmo, y lo que implica el crecimiento espiritual en la práctica de las virtudes (disciplina espiritual).
  • Gratitud: Necesitamos ser generoso para con Dios, pero también con el prójimo.
  • Sencillez: Alejémonos de la apariencia, de lo vano, despreciar los lujos, negándonos a nosotros mismos (mortificándonos, los sentidos, por ejemplo).
  • Simplicidad: Rechazando lo presuntuoso, el lujo innecesario, exagerado, los adornos refinados, ser pobres de espíritu.
  • Serenidad: algo de paciencia frente a los hechos que vendrán o están presentes.
  • Desprendimiento: Irnos alejándonos de lo material poco a poco hasta quedarnos con lo necesario para vivir, o subsistir. El apego puede condicionarnos a quedarnos aún más en esta vida, almaticamente. Por ello la práctica de las virtudes que es lo que realmente el alma aprende y se lleva junto con el espíritu, el cuerpo, lo carnal se queda aquí, hasta la resurrección.
  • Sabiduría [divina]: Es una transmutación que hace Dios como regalo a los hijos fieles, para sacarnos de la ignorancia, de las tinieblas a través de la iluminación, quitarnos de la necedad, de los pecados, faltas, y sus causas, entender llanamente algunas cosas de la ciencia del cielo.
  • Amor: En este sentido distinto a la caridad que también es amor, no necesariamente es cuanto a la fe, sino a las cosas que hagamos y par contigo y los hombres, acciones, con los animales, las plantas, la naturaleza, etc, para poder así alcanzar si se quiere la caridad perfecta, y un corazón suave.
  • Bondad: Entender la compartición de su creación, y amor que es infinita.
  • Confianza: No tanto es creer en uno mismo, sino en Dios, es irse contra el abismo, si bien uno debe esforzarse para mejorar, nuestra mente es limitada y solo la Santísima Trinidad conoce lo que realmente es bueno para nosotros, debemos poner nuestra docilidad hacia las cosas divinas, y dejarnos guiarnos por el Espíritu Santo, hagamos lo que tengamos que hacer, y él hace el resto, para para ello debemos confiar en sus santas inspiraciones, en obediencia y humildad.
  • Candor: Inocencia, recordemos “sed como niños”, es ingenuidad frente a los aspectos de la fe, no es pusilanimidad, es rechazo a los corazones orgullosos.
  • Soledad (hesiquia): Buscar el recogimiento interno, evitar el ruido externo, salir de la distracción del mundo, dejarnos llevar por el Espíritu Santo.
  • Veracidad: Hablar siempre con la verdad, no mentir, esto tiene muchas ventajas, entre ellas, el acrecimiento del coraje, el temperamento, y las demás virtudes. Nutrirse de la doctrina sana y pura, mera ortodoxia. Salir de la ignorancia espiritual.
  • Castidad: Hace parte de la pureza, y al ser creado a imagen y semejanza de Dios, debemos mantenernos puros, en este caso de cuerpo, pero también de alma y espíritu, por lo que implica también candor, y una fragancia exquisita. La cual lo hace idéntico a los ángeles, seres espirituales. Todo barro se quita, y da un sabor a lirio.
  • Paz: Debe reinar la paz, tranquilidad, en nuestros hogares y en el mundo, sosiego, soledad, como las vírgenes prudentes que se menciona en el Evangelio.
  • Fidelidad: Radia como la luz del sol, hablando siempre con la verdad, con el Evangelio, ruptura total con el pecado, con todo lo que esclaviza (vicios, faltas). Es romper las ataduras/heridas. Se trata de ser fieles en conservar el Fiat permanentemente para poder heredar el Reino de los Cielos, como los pobres de espíritu.
  • Discreción: que tiene que ver con la prudencia, es ser cautelosos suaves con los demás, agradables a los hermanos, esto lleva a la sabiduría, amar al amigo y ser correcto con el dejar a un lado el orgullo espiritual,
  • Dominio propio: Construir un carácter robusto, un temple cristiano, moldear las emociones, controlándolas, levantarnos a las caídas, y piloteando las tentaciones, rechazándolas, esto, nos da la esperanza de no turbarnos, etc, es mera sabiduría.
  • Paciencia: Soportar todo sufrimiento, tribulación, con amor, y ofrecer al señor, para recibir una corona, purificar de toda herida, para las pruebas, persecución, enfermedad, trabajada en ella, para conseguir otros frutos, es un conducto.
  • Sufrimiento: Es la que nos acerca a la ciencia de la cruz, a través de la ciencia del amor, y así te vas purificando, y cooperando a los misterios de Dios, quitando todo tipo de lo carnal hacia lo espiritual, desapego.
  • Santidad: Es la vida última del cristiano, hacerse santo ante los actos de grandeza, de rectitud, sin ruido, imitando las virtudes de Cristo.
  • Oración: Rezar incesantemente, es el medio más poderoso, porque corta las maldades y te da libertad, alimentarnos varias veces al día de este manantial divino. Siendo fieles a la ortodoxia, quitando el letargo espiritual (acedia).
  • Silencio: Aprender a moderar nuestras palabras, a interiorizar lo que digamos, tomando medidas, no pecar por hablar demás, en el silencio contemplativo, también se adquiere la sabiduría, esto consigue un alma prudente, moderada, en pos de la sabiduría, evitando la necedad, la palabrería, con el discernimiento (discretio).
  • Rectitud: Cumplimiento de los mandamientos, ser coherentes nuestros actos con pensamientos.
  • Sacrificios: Son esfuerzos por hacer las cosas con amor, cargando la cruz, mortificandos, purificando con la luz del espíritu, y virtud, vida sacramentada, esto para que nos venga la gracia, o aumento de la fe, y otras virtudes requeridas, necesarias, conjuntas, etc

Indistintamente de las virtudes que tengamos o no, una más que otras, las recomendaciones que nos da la Madre de Dios, la Santísima Theotokos, la siempre bienaventurada, pura e inmaculada de concepción, Maria, nos da unos tips, pasos para obtener, conservar o mantener el estado de gracia, entre ellos los siguientes:

  • Consagrarse a los Inmaculados corazones de Jesús y Maria (innegociable)
  • Conversión permanente, se requiere a diario
  • Ser sencillos, estar abiertos a la acción del Espíritu Santo, pedir su asistencia
  • Cumplir el magisterio y la tradición sana, volver a la disciplina espiritual.
  • Volvernos eucarístico, hacer penitencia, y vivir en continua oración
  • Predicar, difundir, y ser fieles al Evangelio, y los mensajes recibidos.
  • Rechazar pensamiento en contra de la sana doctrina (ortodoxia) y el falso ecumenismo
  • Iglesia (cuerpo místico) debe estar aferrada a la Santa Tradición
  • Denunciar a la falsa Iglesia que se monta, como la sinodal, o cualquier otra diferente a la primitiva (cristianismo falso).
  • Ejercer la parresia, el coraje, la valentía de la fe
  • Tener compunción, celo, contrición, aplicar el lloriqueo santo por nuestros pecados y la de los hermanos
  • Reparar los primeros viernes y sábados de cada mes y cualquier fecha especial, por las blasfemias y sacrilegios hechas en contra de sus sagrados corazones, ofrecer penitencias, ayunos, mortificaciones, oraciones, etc.
  • Rezar el rosario diariamente (devotamente),
  • No renegar de nuestra Cruz, subiendo al calvario, al tabor, al Carmelo, etc.
  • Aprovechar la lectura santa
  • Arrepentirse y buscar el perdón a diario, aun incluso por pecados ya perdonados para no volverlos a cometer.
  • Permanecer en velad, hacer vigilias, y vigilancia de nuestros pensamientos
  • Construir el templo del espíritu, cuerpo (ascesis) y alma (oración y virtudes)
  • Rechazar materialismo/hedonismo, el placer inmediato.
  • Ser fiel y leal, decir la verdad todo el tiempo, no mentir.
  • Adoración al Santísimo (lo más que se pueda).
  • Ser puros de corazón, consagrarse al Espíritu Santo
  • Tener devoción por el nombre de Jesús, la sangre, llagas, y su pasión.
  • Quitar toda perturbación del espíritu.
  • Matar al hombre viejo, y construir un hombre nuevo (perseverancia)

Terminemos lo que se necesita para hacer esta consagración al Inmaculado Corazón de Maria (que pueden conseguir en internet fácilmente), no solo exponiendo su concepción sin pecado original, sino también su pureza, con una oración de San Efrén el sirio dedicada a Maria, Virgen pura, que es la siguiente:

“Te saludo oh María, toda pura, toda irreprensible y digna de alabanza. Tu eres la corredentora, la brisa en mi árido corazón, la luz serena de mi mente confundida, la reparadora de todos mis males. Compadécete oh purísima de la enfermedad de mi alma. Tú puedes todo porque eres la Madre de Dios; a ti nada se te niega, porque eres la reina, no desprecies mis oraciones y mi llanto, no desilusiones en mi espera. Alcanzadme el favor de tu hijo, y mientras esté en esta vida: defiéndeme, protégeme y custódiame. Amen”.
Serviam Deus
(serviré a Dios)