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domingo, 31 de marzo de 2024

VÍA CRUCIS: EL CAMINO DE LA SANTA CRUZ


“Completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia”- San Pablo (Col 1:24)

"En Pascua, en la mañana del primer día de la semana, Dios vuelve a decir: Que exista la luz" - Benedicto XVI


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En la práctica de los "ejercicios piadosos" existentes, del cual nace entre ellos las "estaciones" tiene su centro en lo que llamamos los "evangelios sinópticos", en lo referido a la vida, muerte y luego por último la "resurrección" (hoy, 31 de marzo de 2024) de nuestro Señor Jesucristo, del cual permite erigir el recorrido de la “vía sacra”, primeramente iniciado por parte de los “franciscanos” (que son los que custodian la mayoría de lo "sagrado" en medio oriente), que bien termina con el "domingo pascual" de lo que se conoce en esta "gran celebración" de la "victoria" de "Cristo", dentro del "trazo mistagógico" que debemos realizar los "cristianos", visto a su vez como hemos indicado como una "práctica ascética" (pium exercitium) en las vidas. Por ello que debamos estar preparados, todo el tiempo (velad y orar), y sobre todo durante en la “cuaresma” como medio de antesala, en la "purificación espiritual" en conjunto con la “venida del Espíritu santo” en nuestras "almas", como si se trata de un "rebautismo".

El “viacrucis”, debe ser tomado como una “ciencia” de la “santa Cruz”, diría Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), es este, el "camino" que debe recorrer todo “cristiano” si es que quiere llegar a la “salvación”, no es otra cosa que la imitación a Cristo según nuestras condiciones/capacidades en conjunto a ese "valle de lágrimas" derramadas por la Mater Dolorosa (corredentora), en conjunto con el paternal afecto que tuvo San José antes de su partida, en su crianza (en su paso terrenal), de aquí que veamos su "pesaj" por esta redención como un "súper misterio doloroso" llevado a cabo en la denominada "vía sacra", participar de él, es entonces llegar al Padre (Juan 15:5), de lo contrario es conservarnos en el limbo, en el hades, en el “ínferos”, para las “almas muertas”.

Sabemos que Jesús fue "condenado a muerte" no solo porque nos los dice el evangelio, sino también por fuentes históricas (entre ellos Flavio Josefo, Tácito y otros), además sabemos de la confrontación que tuvo con Pilatos pero más con su propia gente los "judíos" (entre ellos los "fariseos", "escribas" o “saduceos”, como Caifás, que lo “condenaron”), de esto se indica de una vez (cuestión que no les gustó, porque no lo esperaban) que dijera, "su reino no es de este mundo", él vino a este plano, con un propósito pero con un "alcance espiritual" no material, que no es el "camino a la salvación", es meramente "almatico", no radica en la tenencia de los bienes temporales como muchos incrédulos creerán desde el plano de la “prosperidad” o “abundancia” de allí que la casta de incrédulos, escépticos, y demás no hayan creído en su palabra y lo hayan entregado, y crucificado.

Si miran, y analizan Jesus-Cristo (visto con doble naturaleza) no dejó nunca (pudiendolo hacer) que sus "súbditos", o "ángeles" hicieran algo por el maltrato o humillación recibido, porque el sabía muy bien que era parte del "plan trazado de redención", y que debía ser además a "voluntad propia", de allí que haya dejado que el "prefecto romano" por su lado, haya sido indiferente (una "postura pagana" muy común en los "cínicos" y demás "escuelas helenísticas", contrario a la virtud del “amor” o “caridad”) esto indica que se lavara las manos ante la "adiáfora", y dejara el problema al “pueblo judío” (generalizado), que no contento con el “azote” querían su muerte de la forma “ignominiosa” por no recibir lo querido, prefiriendo en todo caso lo “material” es decir a "Bar-abbás" (que significa hijo del padre, pero de la perdición, de lo malo por eso los "judíos" escogieron esa vía, que aún mantienen), lo vano, no lo eterno, en todo caso sabemos que las "autoridades" irían a sus últimas consecuencias, con tal de no menospreciar su buen nombre, y fama como funcionario y complacer el pueblo (sanedrín), porque no le costaba nada no hacerlo (a pesar de las advertencias de Claudia Procura a Pilato).

Aun así su ejecución se llevó a cabo, nos dice el evangelio, repetitivamente, nos expresa que los responsables de la muerte de Jesús, fueron los “judíos” no los romanos, como decimos en el derecho (en este penal saduceo) fueron los “determinadores” (o coloquialmente hablando los “autores intelectuales”) de su "ejecución material". En todo caso el llamado, frente a frente de todo esto es que no seamos tibios como Pilatos, tal cual como padecen hoy en día los católicos light, o cristianos de supermercados, o perversos como Herodes “el grande” descritos ahora con los ateos, agnósticos, satanistas, herejes, etc, debemos estar caliente en esta forma para que no nos vomite, estar dispuesto a la renuncia del mundo, de la carne, y del maligno, uniendo nuestros corazones con los de Cristo y Maria, y no por falta de seguridad, sino llenos de amor, con coraje o valentía.

Luego de estar condenado a muerte y a sabiendas de su destino, lleva a pesar de la “injusticia” cometido por su mismo pueblo, el judío (en general, se puede decir que no todos, por ejemplo, los "esenios"), su gente (que es lo que nos hace ver), permite llevar la cruz, en un principio, al “calvario”, justificándose a sí tomar los sufrimientos pasados, presentes pero sobre todo futuros (tal cual como lo vivimos con la "guerra cultural), esto, hasta la parusía (desde su resurrección), nadie más lo cargaba, por eso que este cargue de nuestras propias cruces, se una al sufrimiento del alce de su llevada hacia el Gólgota, todos somos suma de las partes (pensamiento que podemos ver también en Aristóteles y Platón en su "metafísica").

De ese "gran dolor", en conjunto con nuestras tribulaciones, como “reparación colectiva” inclusive de "faltas intergeneracionales", cada quien debe "reparar" o "sumar" con su cuota en carne o espíritu, del cual debe estar condicionada a sus "capacidades", véase que el llevaba su propio cruz, a sabiendas que era “Dios mismo” encarnado, pero lo ilustraba también de cómo debíamos hacerlo, astibe que siempre estaba llevando nuestros pecados en sus “hombros” (no referidos en las cinco llagas) y no aparece esta condición en ninguna de su aberturas, parece ser que el centro de su redención -tal como lo vio San Bernardo de Claraval- (y del cual inclusive Simón de Cirene le molestaba físicamente  cuando lo hacía también).

Las “caídas de Jesús”, se dan más que por no poder con su peso, es para demostrar al mundo que a pesar de los pecados, debemos levantarnos ante esas "desgracias”, y que necesitamos y debemos marcar nuestro camino según las condiciones previstas en el tiempo en que hayamos nacido en las condiciones/capacidades determinadas. La carga sobre el “hombro” (centro del yugo) era impresionante, dentro de lo que se evidencia en esta primera caída tambien son los pecados cometidos en el pasado (desde Adán y Eva) por nuestras generaciones, pero sobre todo -por lo que hemos dicho- más por lo del futuro (no existe alusión al -tiempo- si se dan cuenta, porque es un concepto humano o de la materia, no divino, del cual es aplicado hasta el juicio final -atemporal-), aún así debemos animarnos a seguir, tomando en cuenta la suma de las demás aflicciones que tenía en el camino en conjunto con las nuestras no desesperarse por el destino final, sino tener fe. Así mismo podemos determinarlo en la segunda y tercera caída, que, sin decir una sola palabra ni quejadera, seguía adelante, nunca desanimado, si desfallecemos, contrito, humillados, téngalo por seguro que seremos perdonados y tenidos en cuenta para la “vida eterna”.

En el “camino a la crucifixión” que lo miramos más bien como el de la “ciencia de la cruz” en el sentido "steineriano", es en ese viaje donde se encuentra con su madre, la “dolorosa” (y miren porque es importante esta advocación -mater dolorosa-) en ese inmenso dolor e intercambio de miradas, siente el “dolor espiritual de la Cruz” (dolor del cual una espada atravesará el alma, pero para el bien de muchos corazones cristianos a futuro, a dolor de sus hijos, nosotros, participando en la coredención de Cristo), que es indescriptible saber su gran preocupación, o del sentimiento emocional en ese momento, de allí que un extraño (que no es casualidad, sino Diosidencia), el llamado Simón, “ayudará” a Jesús a llevar esa "carga" porque pareciera que Cristo no pudiera más (y es verdad desde el plano físico).

Los “victimarios” no quería que se muriera en el camino, pero eso no era el “plan trazado” (fallecer, desde nuestro punto de vista "redimir" lo que más se pudiera, desde el lado malvado, "sufrir" al "hijo de Dios", cruelmente), así no se lo hayan puesto, era otro, o sino otra cosa hubiese acontecido, de todos modos fue colocado en la vía, precisamente para demostrar que la vida está llena de altibajos, que nosotros también debemos aceptar y tomar por otros problemas (de la humanidad) porque somos parte de esa “creación” -así no queramos-, sin descuidar nuestros deberes, es más bien de una enseñanza teórica-práctica de que debemos cargar nuestra propia cruz hasta el final pase lo que pase. Si se dan cuenta, no solo Maria, o hasta José son corredentores, sino nosotros que estamos obligados a llevarla a cuestas por los pecados del hombre (sinergia: "sinergismo"), cada quien según su grado de “gracia” debe poner de su parte (estirando la falange).

Cuando aparece Verónica (Vera-icona: verdadera imagen -acheiropoietos-) en ese "camino santo", exactamente en el momento de "enjuagar las lágrimas", le seca el rostro, para mostrar su verdadera cara, la “santa faz” (como el de Manoppello, el Manto de Turín, Mandylion) que ahora conocemos, para tener claro su existencia (es como lo que llamamos hoy la “prueba documental”, para los “incrédulos”), y también para determinar el camino de su "evangelio" que no es otro que el amor, la caridad, de esta manera esa carátula en el lienzo muestra otra vez lo que significa el “camino de la cruz”, antes y después, en nuestro caso cuando está el “alma” sucia o limpia, o si se tiene de por sí un espíritu santo o no. De allí que, al encontrarse con su madre, humillado, y dolido al no decir nada, el "redentor" más bien consuela a las mujeres que se lamentaba por el hecho injusto, porque el problema no era él, la gente no entendía, que eran las descendencias, los hijos, y los pecados cometidos, inclusive los “colectivos” y “generacionales” de todas las épocas sobre todo "futuras", de allí que debamos tener claro siempre el error de nuestras faltas y tenerlas presente por siempre, antes de ir a pecar (don del temor de Dios) o en caso de tal hacerlas arrepentirnos, confesarnos y repararlas.

En el “camino santo” al ser "desgarrado de su vestimenta", significa como hemos dicho quitarle todo tipo de "vergüenza" del cual es un concepto propio de la filosofía pagana, pero que se dejó hacer por de la falta moral actual, existente, basado en la “caridad”, y además el simbolismo de la ampliación de lo que significa la Iglesia por el mundo, podemos entenderlo además, como el desprendimiento por lo vano, que nada nos debe interesar en el plano material (rechazando a los Barrabás), sino sólo lo espiritual (Jesus de Nazareth), centrarnos todos en el “cargue de la cruz”, principalmente, ya una vez descubierto en su ropaje, desnudo, con nada ofrecer al mundo, es clavado en la cruz (exactamente, en Diosidencia, allí donde Adán fuera enterrado), junto con “malhechores” (pecadores, que tambien podían ser redimidos, si tenían “arrepentimiento” en el ropaje de la “libertad”, véase a “Dimas”, o el “buen ladrón”), lo que sí es cierto es que cuando abre las manos en la “clavada”, es tomado este "simbolismo" como la redención total, un final, de que estamos “perdonados”, y además dilucidados como el triunfo sobre el mal y el maligno, una victoria, para todos del cual se refleja con su sangre y sus llagas (ex ante al yugo del cargue en el hombro) del cual aparecerá el nacimiento de la Iglesia y de los sacramentos como motivo simplificado de nuestra “salvación”.

Cuando se baja de la Cruz, muerto, ya una vez clavado, enllagado, ensangrentando, traspasado, aparece un hombre justo, reclamando el cadáver, desde aquí una vez más podemos festejar nuestra victoria (al menos informalmente), para lo que sería su glorificación (aunque no se sepa muchas veces, ni el enemigo, sino después), lo que permitirá con su pasión saber cuál es el camino trazado hacia la santidad, de lo que fue su "cargue de cruz" durante toda su vida pública (trazó, una “metodología”), como final, es llevado al “sepulcro” para luego darse su “resurrección” de lo que sería su final formal en la divinidad y cuerpo de: Jesucristo, el "pantocrátor", de lo que marcaría para nosotros la “esperanza” en la “perseverancia” de lo último de nuestras vidas hasta la “gloria eterna”.

De allí que después de estos sucesos envíe a todos sus "discípulos", el mensaje de “buscar" a toda la "gente” para su "conversión", es el mero pastoreo, misionando, apostolados: “evangelizando” y con Maria, como líder y corredentora, del cual reside ahora la “nueva arca de la alianza” y el “seno” del Señor como de la humanidad, fundada en la “delegación de todas las gracias”. Es de allí que su muerte no sea una desgracia, sino un nuevo comienzo pero con un plus con el regalo de la “resurrección”, visto ahora Cristo como un nuevo Adán y su madre, la "theotokos" como una nueva Eva, concretado de una manera más radical ya no solamente como “soplo” sino como “hijo unigénito”, el principio de Dios, viene de Dios, él es Dios (Ver, Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, 2023, p. 20), del cual ahora nosotros debemos seguir según las condiciones/capacidades en ese camino duro, de lucha para cada uno, imitando sus “virtudes”, pero principalmente en ropaje a esa “fe” volviéndose “justos” en cumplimiento de la “observancia de la ley divina”, es decir de la mano de las “buenas obras”.

Por último, la piedra en que fue sepultado nuestro Señor Jesucristo, nos separa de la resurrección, es decir, solo un peldaño que debemos evitar, que puede ser el “juicio” pero a nuestro favor o en contra, es por medio de la fe, y de la verdadera de obras, atribuidas por medio de las “gracias santificantes” es que se nos muestra la "ganancia eterna", mejor dicho, quien “persevera alcanza” del cual por medio de los “sacramentos” podemos conseguir mayormente y fácilmente esa “gracia santificante” ("fides caritate formata").

Serviam Deus
(serviré a Dios)